Muerto
Muerto es una buena palabra. La palabra correcta.
Mas la susceptibilidad de mi recuerdo me susurra frío, tu cuerpo frío.
La lluvia que caía sobre tu caja y el techado que cubría al cura y a los dolientes.
Al principio de la misa me sentía furioso. Mi pecho era furia y mi rostro hipocresía; prometiste contarme mas historias, develarme tus secretos y dejarme leer antes que a nadie aquel libro que llevabas meses escribiendo.
Nadie me lo explico a fondo, nadie se atrevió.
Solo supe que habías arruinado mis vacaciones, que no cumplirías tu promesa, me habías mentido. Me habías traicionado y no te lo perdonaría nunca.
- ¿Sabes por que los patos vuelan hacia el sur?
- ¿Lo hacen? No lo sabía
- Si vienes mañana te lo contaré.
- Eres un mañoso, lo haces para que venga a visitarte.
Te funciono el truco un par de semanas, perdí el interés y deje de visitarte un mes. Fue demasiado para ti, un mes de soledad.
La ira se convirtió pronto en tristeza. Y la incurable angustia de no saber cual era la respuesta a tu última pregunta.
Por primera vez, esa tarde, el cielo, aun nublado; era más azul que el brillo de tus ojos.